Por Ezequiel Fernández Moores
Revista CARAS Y CARETAS Nº 2.247 (junio 2010)
LA PRIMERA COPA SE JUGÓ HACE OCHENTA AÑOS, Y LA GANÓ URUGUAY. HOY, LA FIFA, CONVERTIDA EN UNA VERDADERA MULTINACIONAL QUE MUEVE MILLONES, SE JACTA DE TENER MÁS MIEMBROS QUE LA ONU.
En 1930, año de la primera Copa Mundial de Fútbol, la Argentina padecía su primer golpe de Estado e iniciaba la Década Infame. En el mundo comenzaba la Gran Depresión. El fascismo y la especulación económica eran indeseables acompañantes en el inicio de los mundiales de fútbol. Uruguay, un país con divorcio, ley de ocho horas de trabajo y educación obligatoria, gratuita y laica, recibió la sede de la prime- ra Copa. El hombre que había democratizado a Uruguay, José Batlle, no llegó al Mundial. Murió un año antes. Uruguay celebraba en 1930 el centenario de su Constitución y la Fifa le dio la sede porque la selección celeste era la mejor del planeta. Antes de 1930, los mundiales eran los Juegos Olímpicos. Y Uruguay había sido campeón en los Juegos de París 1924 y Ámsterdam1928.Revista CARAS Y CARETAS Nº 2.247 (junio 2010)
LA PRIMERA COPA SE JUGÓ HACE OCHENTA AÑOS, Y LA GANÓ URUGUAY. HOY, LA FIFA, CONVERTIDA EN UNA VERDADERA MULTINACIONAL QUE MUEVE MILLONES, SE JACTA DE TENER MÁS MIEMBROS QUE LA ONU.
El éxito del fútbol en los Juegos Olímpicos animó al francés Jules Rimet, presidente de la Fifa, a crear las copas mundiales. Pero a Europa no le agradó que el primer mundial fuera para Sudamérica. Por eso,la Copa de 1930 contó con apenas trece selecciones, diez menos que en los Juegos del 24- Uruguayos y argentinos, finalistas en los Juegos del 28, definieron también el primer Mundial de la Fifa. Los argentinos denunciaron agresiones e insultos y amagaron con retirarse del torneo. Los campeones olímpicos uruguayos, liderados por el capitán José Nasazzi, tenían como DT a Carlos Supic-ci. La Argentina, algunos de cuyos jugadores estaban enojados porque el capitán Manuel "Nolo" Ferreira había viajado a Buenos Aires en plena competencia para rendir un examen de escribano, eran dirigidos por Francisco Olazar. Pero Supicci era un preparador físico y Olazar un ex jugador. Los equipos, en realidad, los armaban los dirigentes y los entrenadores eran los capitanes. La final se jugó en el nuevo Estadio Centenario, que fue construido en apenas seis meses. Cuentan que hubo 90 mil personas. Montevideo tenía entonces 655 mil habitantes. Uruguay ganó 4-2 bajo un clima pesado, con amenazas e intimidaciones. Así no se podía ganar, dijo buena parte de la prensa argentina. Nos consideramos campeones morales, un mito que mantuvimos durante largas déca-\, das. Tres años después, igual que la Argentina en 1930, los uruguayos sufrían su primer golpe de Estado. El presidente Gabriel Terra disolvía el Parlamento y creaba la Junta de Gobierno. En el Mundial de Uruguay 1930 los jugadores salían con saco a la cancha. No hubo empates. Nunca más sucedió algo así.
DEPORTE Y FASCISMO
La Italia fascista de Benito Musso-ini fue sede y también campeona leí Mundial siguiente, en 1934- Lo hizo con cuatro oriundos argentinos en su plantel. Nos sirvió para mantener el mito de que en ningún otro lugar del mundo se jugaba tan bien al fútbol como en la Argentina. Luisito Mon-ti, que pidió llorando no jugar la final ante Uruguay, desbordado por las amenazas, supo lo que fue jugar para Mussolini. "En Uruguay me mataban si ganaba, en Italia me mataban si no ganaba", dijo una vez. Himnos fascistas y gritos de "¡Duce, Duce!" dominaron la final que Italia le ganó a Checoslovaquia. La Selección argentina que fue a Italia 34 era un equipo de jugadores amateurs. Cayó eliminada en su primer y único partido. Los clubes argentinos, ya blanqueado el profesionalismo, negaron sus jugadores estrellas. Peor aún, la Argentina ni siquiera fue al Mundial siguiente, ofendida porque la Fifa no le concedió la designación del torneo. La Copa de 1938 se jugó en Francia y ganó otra vez Italia, cuya Selección -amateur- también había triunfado dos años antes en los Juegos Olímpicos de Berlín 36, en plena Alemania nazi. Las selecciones de Alemania c Italia saludaron con el brazo erguido en sus partidos de Francia 1938. En el debut ante Noruega, el DT italiano, Vittorio Pozzo, indicó a sus jugadores que repitieran el saludo. Mussolini ordenó en un partido siguiente que cambiaran las camisetas azules y jugaran con camisas negras, símbolo del fascismo. Fue para contestar a los gritos y silbidos de miles de hinchas antifascistas que llenaban las tribunas. La Alemania nazi ganadora de los Juegos Olímpicos en 1936 y la Italia fascista campeona mundial de fútbol de 1934 y 38 se unieron luego en otro frente. La Segunda Guerra Mundial obligó a parar la pelota.
HACIA EL FÚTBOL TOTAL
EL REY Y LA NUESTRA
Suecia 1958 fue el Mundial de Pelé, figura con 17 años de una formidable Selección brasileña. Pelé ^ niarcó el nacimiento del héroe individual, ideal para el negocio de la televisión, que había debutado en el Mundial anterior. "O Rei" fue simultáneo con Garlancha. El inolvidable Mané fue el héroe de Brasil en la conquista del Mundial siguiente, en Chile 62. Pelé fue el ídolo perfecto. Garrincha, alcohólico, fue el ídolo imperfecto. Ambos demostraron que Brasil precisaba de sus negros y mulatos para expresar su "futebol-arte", su célebre "jogo bonito". Para la Argentina, en cambio, Suecia 58 fue el final de una ilusión. Los 50 fueron los años dorados del fútbol argentino. Cracks de renombre y estadios llenos. No hubo modo de comprobarlo en copas mundiales. Juan Domingo Perón, se cree, prefirió no competir porque, sin seguridad de triunfo, no quería exponer el mito de que en la Argentina se jugaba el mejor fútbol del mundo. No fuimos al Mundial 50 pero en el 51 le ganamos un histórico partido a Inglaterra en cancha de River, y tampoco al del 54, pero Alfredo Di Stéfano, inicialmente suplente en "La Máquina" de River, ya era el mejor futbolista del mundo en Real Madrid. Además, en el Sudamericano de Lima 57 le ganamos 3-0 a Brasil. ¿Cómo no pensar que la vuelta a los mundiales, en Suecia 58, confirmaría el mito? Arrogante, e ignorante de lo que ocurría en el mundo, el fútbol argentino pagó precio a tantos años de aislamiento y se despidió de Suecia goleado en primera ronda 6-1 por Checoslovaquia. "El desastre de Suecia" puso todo bajo cuestionamiento. Durante décadas, el fútbol argentino se había sentido orgulloso de su técnica y de su habilidad. Si en Inglaterra había que ir a la escuela para aprender a jugar al fútbol con un pizarrón —escribía Borocotó, firma mítica de El Gráfico- en la Argentina hay que faltar a la escuela para irse al potrero, escenario mítico de un juego libre y no mecanizado. El fútbol-juego contra el fútbol-ciencia. Toque, pelota al piso y gambeta.Un "atorrante" con las medias bajas. Pura picardía criolla. "La nuestra" fue un imaginario necesario para diferenciarse de los maestros ingleses que entre fines del 1800 y comienzos del 1900 trajeron a la Argentina un fútbol más físico. No casualmente el entrenador de la selección en los mundiales siguientes -Chile 62 e ' Inglaterra 66- fue el "europeo" Juan Carlos "Toto" Lorenzo, admirador del ca-tenaccio italiano. No alcanzó. Chile 62 fue un nuevo fracaso (elironda). Inglaterra 66 fue caída 1-0 en cuartos de final contra el anfitrión. La expulsión del capitán Antonio Rattin a manos del arbitro alemán Rudolf Kreitlein revivió discursos. Otra vez nos creímos campeones morales. Nuevamente eliminados de modo injusto y con trampas por el dueño de casa, como en Uruguay 1930. Inglaterra nos acusó de malos perdedores y de "antifút-bol". Nos llamó "animáis". Nosotros los acusamos de tramposos. Recordamos las invasiones y las Malvinas. Los llamamos "piratas". Fue un rebrote nacionalista que agradó a los nuevos tiempos políticos de la Argentina, bajo la dictadura flamante del general Juan Carlos Onganía. Ah, Europa no permitió que el Mundial 66 fuera ganado por Sudamérica. Portugal echó a patadas a Brasil. Un arbitro inglés diezmó a Uruguay en cuartos de final y Kreitlein nos dirigió contra Inglaterra. Inglaterra fue campeón en casa ganándole la final a Alemania con un tanto que jamás cruzó la línea de gol.
EL FÚTBOL-NEGOCIO
Racing primero y Estudiantes de La Plata luego se habían coronado campeones mundiales de clubes. Pero la Selección era un bien devaluado. Por primera vez jugando eliminatorias no logró clasificarse al Mundial de México 70. Ni siquiera la chance de ser "campeones morales". El mejor fútbol del mundo no sólo había dejado de ser argentino. Era definitivamente brasileño. El Brasil de México 70 es señalado aún hoy como el mejor campeón de la historia. Con cinco números 10 en su formación. Fue la coronación de Pelé. El Mundial siguiente, de Alemania 74, con la muerte de Perón en pleno campeonato, confirmó que la Argentina había perdido la brújula. Fue aplastada por Holanda, la nueva dueña del "fútbol total", que a su vez cayó en la final ante el dueño de casa. Europa ganó en la cancha. Perdió afuera. El inglés sir Stanley Rous, presidente de la Fifa desde 1961, caía en elecciones ante el brasileño Joao Havelange. La Fifa, fundada en 1904 por ocho naciones, pasaba a manos del Tercer Mundo. Havelange, de la mano de Adidas y de Coca-Cola, inició la era del fútbol-negocio. Los equipos subieron de 16 a 24. La multinacional de la Fifa debutó en el Mundial 78, en la Argentina del dictador Jorge Videla. Los militares le vendían al mundo que eran "derechos y humanos". Y Havelange contaba billetes. Negocio para ambos, no para el deporte. Fue el Mundial más polémico de todos. Mientras en River se jugaba al fútbol, a setecientos metros, en la Esma, se torturaba y se mataba. Los presos escuchaban los gritos de gol del Monumental. "Argentina campeón, Videla al paredón", escribió alguien en una pared. El 6-0 a Perú, el resultado más sospechoso en la historia de los mundiales, manchó aún más la conquista. Pero el Mundial 78, dictadura al margen, marcó un antes y un después en la historia de la Selección argentina. No sólo porque la Argentina por fin fue campeona mundial, sino porque la Selección pasó a tener peso propio. El DT César Me-notti se proclamó un defensor a ultranza de "la nuestra", aunque su selección no lució un juego exactamente vistoso, sino que impuso dinámica y audacia ofensiva. Más importante aún fue que por primera vez se respaldó un trabajo continuo. En el Mundial siguiente, España 82, los que también gritaron goles fueron soldados hambreados y muertos de frío en las trincheras de Malvinas. Otra vez el fútbol que oprime. Y también que alivia. Italia y su catenaccio fueron campeones en España. La Argentina estuvo lejos de las expectativas. Pero nacía el mito de Diego Maradona.
EL DIEGO Y EL DOLOR DE YA NO SER
CUESTIÓN DE MILLONES